- Come hasta sentirte satisfecha: Para adelgazar también hay que comer. Saltarse las comidas o comer muy poca cantidad te va a hacer sentir débil y hambrienta, lo que a la larga te hará comer de más.
- Incluye variedad: Olvídate de los regímenes enfocados en un solo alimento o que eliminan grupos completos de comida. Prefiere las dietas equilibradas. Hasta las pastas y los dulces pueden –y deben- tener lugar en tu menú. La clave está en la moderación. Es la única forma de no aburrirte y abandonar por frustración.
- Bebe agua: Te ayuda a quemar calorías, acelera tu metabolismo y además te da sensación de llenura. Además, es magnífica para tu piel.
- Concéntrate en tu salud: Mantente alejada de dietas relámpago, pastillas milagrosas, inyecciones de dudoso origen y fórmulas “instantáneas”. Un plan de reducción de peso progresivo, supervisado por un especialista de la salud, es lo que te garantizará resultados duraderos.
- Busca formas de mantenerte motivada: Haz ejercicio o dieta con una amiga, con tu pareja o con compañeros de estudio o de trabajo. Trázate metas reales y a corto plazo: Prométete a ti misma comprarte esa pieza de ropa que tanto te gusta cuando tengas las talla a la que aspiras o regálate algún tratamiento de belleza cuando hayas cumplido alguna de tus metas.
- Actívate: Tal vez hacer ejercicio no está entre tus actividades favoritas, mientras te convences de lo importante que es, al menos camina un poco más todos los días, sube las escaleras en vez de usar el ascensor y sustituye las llamadas telefónicas si puedes acercarte a esa persona a pie. Si ya estás comiendo bien, el ejercicio tonificará tus músculos, ayudará a tu figura y te llenará de energía.
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